Travesuras de la niña mala
"...Pero el hecho más notable de aquel verano fue la
llegada a Miraflores, desde Chile, su lejanísimo país, de
dos hermanas cuya presencia llamativa y su inconfundible
manerita de hablar, rapidito, comiéndose las últimas
sílabas de las palabras y rematando las frases con una aspirada
exclamación que sonaba como un «pué», nos pusieron
de vuelta y media a todos los miraflorinos que
acabábamos de mudar el pantalón corto por el largo. Y, a
mí, más que a los otros."
llegada a Miraflores, desde Chile, su lejanísimo país, de
dos hermanas cuya presencia llamativa y su inconfundible
manerita de hablar, rapidito, comiéndose las últimas
sílabas de las palabras y rematando las frases con una aspirada
exclamación que sonaba como un «pué», nos pusieron
de vuelta y media a todos los miraflorinos que
acabábamos de mudar el pantalón corto por el largo. Y, a
mí, más que a los otros."
Una narración ligera, de entretenimiento y de tema amoroso o erótico. Aunque estos temas han rondado siempre su imaginación, no es exagerado considerarla su primera novela en la que lo amoroso y sentimental es el foco central de la acción. En ese sentido, su antecedente más cercano sería La tía Julia y el escribidor (1977), donde ocupa exactamente la mitad –la parte autobiográfica– del relato; algo semejante ocurre en sus novelas declaradamente eróticas –Elogio de la madrastra (1988) y Los cuadernos de don Rigoberto (1997)–, en las que lo sexual se alterna con páginas dedicadas a reflexiones sobre estética o cultura. En esta nueva novela, todo gira alrededor de una historia: la de los amores de Ricardo y Lily, la llamada “niña mala”
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