En estos días he visto publicados un par de reportajes que me han hecho recordar esta célebre frase. Uno es el discurso que el escritor peruano Mario Vargas Llosa ha realizado este jueves en el anfiteatro Descartes de la Universidad de la Sorbona, bajo el título Un bárbaro en París.
"En 1959 llegué a Francia. Creía haber llegado a un país de ensueño, y no me decepcionó. La cultura era omnipresente (¡hasta en la televisión!), y allí vivían Albert Camus, Jean-Paul Sartre y Jean Vilar, se representaba a Ionesco, se leía a Beckett... El debate político era muy intenso, pero era un debate de altura. Me sentí como un bárbaro entre civilizados".El otro es el reportaje sobre Juan Marsé en El Semanal de El país.
. “La bolsa de viaje me dio para un mes; me pateé París, comí por aquí y por allí, me compré libros”. Regresó con otra picadura, la de París, y allí volvió, sin dinero ni trabajo. Subsistió, entre otras cosas, dando clases de español a un grupo de muchachas. “Entre ellas estaba Teresa Casadesús, la hija del pianista Robert Casadesús, de origen catalán y muy prestigioso en París”. Les daba clases de conversación, y esa conversación con Teresa es el rumor que hay detrás de su novela decisiva, Últimas tardes con Teresa.En ambos los dos escritores nos refieren la influencia que tuvo la capital gala sobre ellos en el ámbito de la literatura y en los demás ámbitos. Son dos reportajes para no perdérselos y dos escritores de referencia dentro de la lengua castellana. Afortunadamente "siempre nos quedará París"
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