Se me está acabando el año (2013), maldito año, que comenzó
arrebatándome a un entrañable amigo y se despide arrebatándome a otro. Aún no
ha terminado el año, le quedan apenas cuatro días y espero que no vuelva a
hacer de las suyas.
El mejor adjetivo que podía tener para ellos era ese
“entrañables”. Se puede ser simpático, agradable, cariñoso, bueno, buena
persona e incluso algo tan difuminado como “buena gente”, pero cuando
catalogamos a alguien de “entrañable” es alguien que nos traspasa y se nos mezcla con nuestras propias
“entrañas”, se funde en parte con nosotros y se hace un poco nuestro.
Me quedarán para siempre sus abrazos y sus risas, siempre
francas y verdaderas. Yo sé que no se han ido, pero a mí me los han arrebatado.